La empresa TBA se hizo cargo de la concesión de los ferrocarriles Mitre y Sarmiento en 1995, durante el gobierno de Carlos Menem. En ese entonces, el servicio de trenes era deficiente y daba pérdidas millonarias. Los usuarios se quejaban de lo mal que se viajaba, de la falta de inversión, de los retrasos constantes y de la cantidad de accidentes que había en las vías.
Hoy el panorama no es mucho mejor que el de 1995. Las quejas son las mismas. ¿Qué hizo TBA para mejorar sustancialmente el servicio? Porque con cambiar un tramo de vías o poner cuatro formaciones de doble piso no alcanza. ¿Qué hizo TBA por la seguridad de los pasajeros? Retiró el personal de seguridad que había en los trenes. ¿Por qué un directivo de la empresa asegura que el servicio es ‘aceptable’? Cómo puede ser aceptable un servicio que llevó a la muerte a 50 personas y dejó heridas a más de 600.
Quienes son usuarios habituales del ferrocarril Sarmiento saben de los riesgos que se corren al abordar un tren. Vidrios rotos, puertas que se abren solas, descarrilamientos, retrasos en los servicios, suspensiones de viajes, accidentes en las vías, huelga de trabajadores, actos de vandalismo y poca información por parte de la empresa que explota comercialmente el servicio.
La falta de mantenimiento de las unidades ferroviarias, la poca o nula inversión para el recambio de vías, el retraso en las obras programadas como el soterramiento, la falta de controles de la Comisión Nacional Reguladora del Transporte (CNRT) y de la Secretaría de Transporte más las miles de desatenciones de TBA produjeron un bomba de tiempo difícil de desactivar. En cualquier momento podía pasar una tragedia y pasó.
Lo de la tragedia en la estación de Flores, cuando un colectivo fue arrollado por una formación y que dejó el saldo de 11 muertos fue sólo el aperitivo de los que sucedió el miércoles 22 a las 8.33 hs.
Los miles de pasajeros que se trasladan en la línea Sarmiento, sufren diariamente el deterioro de las unidades y siempre se escucha la frase ‘viajamos como ganado’.
Son frecuentes las llegadas tarde de los trenes o de los pasos a nivel que no funcionan. Todos estos problemas, se suceden día a día sobre las vías.
La empresa TBA incorporó en los últimos años formaciones un poco más confortables con vagones de doble piso donde puede subir más gente y de esa manera desagotar los abarrotados andenes. Pero estas formaciones ferroviarias son las mismas marca Toshiba que circulaban antes, sólo que le hicieron chapa y pintura a nuevo. En definitiva, la misma máquina, pero con mejor aspecto. Eso es TBA, una empresa que se dedica a hacer una especie de photoshop a los vagones.
Pero los pasajeros del Sarmiento están atados a la suerte de los dueños de TBA. Es que si por alguna razón el servicio de trenes queda suspendido, los usuarios no tienen más remedio que ir a abordar los colectivos de la empresa Ecotrans, de los mismos propietarios que la malograda empresa ferroviaria. La conclusión es la siguiente: la plata de los usuarios, ya sea por Rivadavia o por las vías siempre llega a los mismos bolsillos.
Los propietarios de TBA tienen además, el grupo de transporte Plaza con varias líneas de colectivos en Capital y el Gran Buenos Aires. Un monopolio más que funciona en todo el conurbano.
La falta de controles a la empresa TBA, resulta de la connivencia entre los empresarios y los funcionarios que tienen la responsabilidad de informar y hacer cumplir los contratos establecidos, de eso se trata.
¿Alguien sabe en que se gastó la plata de los subsidios? ¿Podrá la empresa TBA hacer un informe del dinero recibido y de cómo fue invertido? ¿Podrá el Estado explicar cuáles fueron las exigencias a la empresa para mejorar y asegurar un servicio sin ningún riesgo para los pasajeros?
Preguntas que todavía no tienen respuestas y mientras tantos los pasajeros tienen que seguir tomando el tren y esperar un regreso sin tragedias.