martes, 31 de marzo de 2009

Las dimensiones de la salud

Tanto la salud como la educación pertenecen a un universo multidimensional. Es ésta la causa por la cual, cuando pretendemos solucionar los problemas de la salud sólo a partir de movimientos cuantitativos de variables instrumentales de corte economicista: gasto, eficiencia, financiamiento, y similares, chocamos contra un verdadero muro. El esquema de la salud ya está predefinido por un vasto abanico de decisiones y situaciones de hecho que están fuera del campo de la economía.

Las soluciones en el área de la salud requieren de un enfoque multidisciplinario y de programas integrales y sistémicos que abarquen todos los horizontes temporales.
Un breve repaso de ese campo multidisciplinario nos lleva a considerar las dimensiones de criterios básicos en salud, política, social, ética, educativa e institucional
Aún no hemos llegado a la dimensión económica y ya tenemos predeterminado un complejo cuadro. El impacto negativo que tendrá sobre la eficiencia y la equidad es rotundo. Los objetivos e instrumentos de una política económica para la salud, ya no pueden, por sí mismos, modificar esta compleja trama de condicionantes.
La dimensión económica de la salud se refiere a los efectos de productividad global de una población sana y sus resultados colaterales sobre la erradicación de la pobreza.
Esa productividad se logra reduciendo los índices de mortalidad en todos los grupos etarios y reduciendo la carga de morbilidad, es decir, el número de enfermedades o problemas de salud de una población, posibles de ser curadas o prevenidas.

A su vez, la carga de morbilidad está fuertemente asociada a la pobreza. Este tramo de la población es mas vulnerable por la falta de acceso a la infraestructura de saneamiento (agua potable y cloacas), calidad de la vivienda, servicios médicos, alimentación insuficiente y ausencia de información sobre conductas preventivas
Pero el problema de la carga de morbilidad no termina allí. Los estudios habituales muestran los costos asociados a situaciones específicas de enfermedad incluido la eventual muerte prematura. Pero la situación real es mas grave aún. También esas enfermedades tienen efectos a todo lo largo de la vida útil del individuo. P.ej. enfermedades prenatales y del primer año de vida dejan secuelas para toda la vida tanto en términos de capacidad mental como de defectos físicos.

También las enfermedades y la nutrición deficiente en el periodo escolar afectan su potencial de conocimiento la capacidad de atención, y provocan ausentismo o bien el abandono liso y llano del ciclo educativo. Además la cuestión alimentaria en periodos críticos del crecimiento genera mayor vulnerabilidad a las infecciones.
Dijimos que la dimensión económica la analizábamos en términos de equidad y eficiencia. Podemos obtener una aproximación en Argentina, al problema en términos de equidad, a través de la población no cubierta por obras sociales, es decir depende únicamente de la atención en hospitales y Centros de Salud.
El último censo acusa el 48,1 % de la población. Pero esto es un promedio nacional. La dispersión muestra aun un problema mas grave que es la diferencia regional. Mientras que en provincias como Formosa o Chaco la proporción se aproxima a los 2/3, en la Capital Federal esta proporción es de apenas ¼ de la población.
No se dispone de un índice único de eficiencia a través de la combinación de varios de ellos. Sin embargo, las diferencias que se observan en los índices de origen son tan notables que pueden ofrecernos una idea clara de la situación actual, sobre todo si lo comparamos con el gasto.
Los problemas de eficiencia del gasto en salud surgen cuando comparamos Argentina y Chile. Éste país con menos de la mitad del gasto por habitante que Argentina y resultados muy superiores, son, en principio, tan graves como los que se presentaban en los ´90. La prevalencia de enfermedades como tuberculosis y Chagas nos exime de otros detalles. Y las soluciones no son tan simples como mucha gente cree al repetir los planteos economicistas del tipo “hay que aumentar el presupuesto en salud”. La complejidad de los determinantes en salud requiere revisar desde la base los criterios y la organización de la salud en su conjunto. Además los planes de salud deberán tener una visión sistémica para abarcar las decenas de facetas que concurren a formar los indicadores de salud.
Puede tener mayor impacto un plan de infraestructura a toda la población que recursos adicionales para el hospital público. Otro ejemplo crucial es el nivel educación de la mujer. De acuerdo a información del Indec, el nivel de mortalidad infantil (neo y posnatal) en madres con primario no cursado o incompleto es el triple que en madres que tienen como mínimo el secundario completo.
Una política integral de salud debe redefinir los aspectos conceptuales, reformar las instituciones de prestación y cubrir los siguientes aspectos

* Infraestructura: acceso al agua potable, servicios de cloacas y tratamiento de residuos
* Tecnologías de salud: control de preparación y conservación y distribución de alimentos, investigación en procedimientos médicos y nuevos medicamentos.
* Condiciones ecológicas: control de contaminación de las corrientes superficiales y subterráneas de agua; de vectores específicos (mosquitos y similares), prevención en áreas climáticas extremas; modificar las condiciones de hábitat precario.
* Condiciones sociales: asegurar servicios de salud convencional y reproductiva, educación y vivienda a los sectores de pobreza más aguda. Debe tenerse en cuenta las cuestiones de género, garantizando estos factores en la población femenina.
* Condiciones de globalización: control de migración de recursos humanos; recomendaciones fiscales de organismos internacionales que impactan negativamente en salud; control de transmisión de enfermedades infecciosas por la traslación de personas (turismo, trabajo, migraciones); control de hábitos culturales extranjeros relacionados con la alimentación, consumo de tabaco y drogas.
(Por Jaime Rodríguez)

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