viernes, 30 de mayo de 2008

“Era un tiempo de militancia plena”


* Entrevista al escritor Alejandro Gómez, autor del libro “Montoneros en Morón”

Alejandro Gómez acaba de editar un libro que contiene los resultados de su investigación sobre la organización peronista de izquierda en el viejo partido de Morón. Se consigue en las librerías de la zona oeste.

- ¿Por qué un libro sobre la historia de Montoneros en Morón?
- Sinceramente, por comodidad. Umberto Eco, en “Cómo se hace una tesis”, recomienda que en el momento de realizar una investigación uno debe tomar como parámetro para elegir un tema la accesibilidad a la fuente de información, ya sea porque emplea más tiempo y dinero ir a investigar la toma de La Calera en Córdoba, por ejemplo, o sea porque implica quedarse a vivir al menos unas semanas cada tanto para emplear en la investigación e indagar como corresponde. Yo vivía en Morón y la fuente estaba tan a mano como suponía. Luego, me encuentro con que no era tan sencillo. Pero, como inquietud historiográfica, más allá de la comodidad, me planteaba algunas inquietudes personales. Soy de raíces peronistas, milité y me formé con el peronismo. Y dentro del peronismo este siempre fue un tema tabú, salvo en estos últimos años. Pero cuando empecé a investigar, a fines de los ’90, nadie se planteaba nada sobre lo que fue Montoneros, su historia, su relación con Perón y cómo plantear este tema que tenía que ver íntimamente con la propia historia del peronismo. Ser ex Montonero dentro del mismo Movimiento era ser un paria; e investigar qué pasó con Perón, Isabel, López Rega, Firmenich y toda esa historia, implicaba tomar conciencia, pero también tomar posición. Y si seguimos hilando fino, cuando hablamos de Morón específicamente, consideré y sigo considerando que Morón se debe una historia en muchos aspectos; y una Historia integral, por lo menos, ya que a medida que uno escarba los distintos aspectos de los movimientos populares, sindicales, políticos y sociales, termina llegando a la conclusión que el partido de Morón cumple un rol importantísimo en el escenario de las grandes decisiones a lo largo de la historia.
- ¿Qué dificultades tuviste a la hora de encarar tu trabajo de investigación?
- Dificultades de todo tipo, las cuales algunas planteo en el trabajo y otras no. Las que planteo, tienen que ver con la falta de conservación de mecanismos de documentación y archivo, como sucede por ejemplo, en el Consejo de Partido del PJ y, creo yo, debe suceder en todos los partidos políticos por igual. Si tratás de conseguir la evolución histórica electoral del PJ en Morón, o de sus internas... ¡Ni ellos las tienen! Imagínate entonces cuando tratás de bucear más profundo... También el acceso a militantes montoneros fue una dificultad, por dos razones: en primer lugar, por razones políticas, ya que la represión de la dictadura militar implicaba una partición de áreas de influencia entre las distintas fuerzas de las Fuerzas Armadas. La zona oeste caía bajo influencia de la Fuerza Aérea y la represión bajo sus armas fue más feroz, incluso si se me permite el término, más pragmática: se le sacaba el jugo al detenido bajo tortura y luego se lo eliminaba sin miramientos, a diferencia de zona norte, donde Massera tenía su proyecto político que dependia de la supervivencia de gran parte de los detenidos. En segundo lugar, en algún momento se planteó una cierta reticencia de algunos militantes a ser entrevistados, lo cual me parece lógico y hasta previsible, ya que se trataba de escarbar en sus memorias recuerdos que hasta podían llegar a serles dolorosos. Además, cuando voy a ver la prensa de la época me encuentro con que “La Tribuna” había sufrido un incendio... Pero a pesar de las dificultades debo también destacar las facilidades: “El Cóndor” me abrió las puertas a sus archivos sin reservas, así como el Instituto Histórico de Morón con Graciela Sáenz y su equipo. A ambos les estoy eternamente agradecido.
- ¿Cómo definirías el desarrollo que Montoneros tuvo en el antiguo Partido de Morón?
- El desarrollo es paralelo a lo que fue la historia de Montoneros a nivel nacional. El antiguo Partido de Morón era un centro operativo de importancia singular, y la talla de los dirigentes que fueron responsables de la organización da muestra de ello: Dardo Cabo, Dante Gullo, Carlos Caride, Tulio Valenzuela, Claudio Slemenson, entre otros, fueron algunos. Tanto el crecimiento como el declive de la organización en Morón corresponde a los tiempos políticos a nivel nacional. Hasta mediados del año ’74 fue de crecimiento progresivo. Cuando se produce la ruptura con Perón, el 1° de mayo de ese año y con el posterior pase a la clandestinidad, se inicia un divorcio entre la organización y las bases o los barrios, que da inicio a su declive. Este declive se pronuncia con la muerte de Perón y el accionar de la Triple A, que encuentra a Montoneros en franco repliegue, desmitificando esa famosa teoría “de los dos demonios”, que marca que el golpe militar del ’76 se produce por la violencia política de las organizaciones guerrilleras. Hasta el ERP se encontraba prácticamente disuelto luego del Operativo Independencia de fines del ’75. La única violencia existente en la Argentina, en ese entonces, era la de la extrema derecha, con débiles respuestas por parte de la izquierda.
- ¿Tuviste posibilidad de verificar, más allá de los dichos de los militantes, la inserción real de la organización en los barrios?
- Claro. Las prácticas políticas, la militancia a temprana edad, no era patrimonio de Montoneros, pero es fácil advertir que en ese momento quien no militaba adhería, al menos indirectamente, a una idea política. He hablado con gente de los barrios que adhería o militaba y cuando sucede el 1° de mayo se aparta de la organización, ya sea por voluntad propia o por coacción de sus padres, en el caso de jóvenes o adolescentes. Por otra parte, si uno observa con detenimiento la prensa nacional o la partidaria como “Evita Montonera” o “La causa peronista”, puede ver en las fotos el grado de adhesión que tenía en ese entonces la Columna Oeste, de la cual Morón era una parte importantísima, como dije. Y no hay que olvidar que ése era un tiempo de militancia plena, no existía el clientelismo político o la adhesión interesada, donde uno iba a la marcha o al acto político a cambio de algo o por algún tipo de presión: iba el que quería.
- ¿Qué vínculos se establecieron con lo que se denomina la “sociedad civil” y en aquel entonces era el “pueblo”?
- Particularmente, no soy de pensar que la “sociedad civil” sea distinta de lo que era el “pueblo”. El pueblo sigue siendo pueblo hasta que se demuestre lo contrario. Quizás los rótulos posmodernistas pretenden hacer pasar de moda ciertos conceptos como imperialismo, clases dominantes, dominación, explotación, revolución o pueblo, pero la dinámica histórica demuestra que esos conceptos siguen tan vigentes ahora como en los tiempos de la Revolución Francesa. Pero volviendo a tu pregunta, los vínculos se producen a partir de una política de la Organización de presencia con las necesidades barriales: la lucha por el asfalto, las veredas, una garita para parada de colectivos, etc. Quizás ese vínculo, a mi entender, no era tan sólido en lo ideológico como para sobrevivir a una crisis como la que se produce con el pase a la clandestinidad. Aún así, no sólo el pueblo participa de este vínculo, sino también las sociedades de fomento, las iglesias, las bibliotecas populares, etc. No nos olvidemos que en Morón Sur, una sociedad de fomento vinculada a los trabajos barriales como la Sociedad de Fomento Barrio Belgrano deriva, con el golpe del ’76, en el XXVI Batallón Sanmartiniano, casi una parodia de escuelitas de Boy Scouts, para adormecer la participación popular.
- ¿Cuál fue la suerte de Montoneros en Morón?
- La disolución casi absoluta en el momento del golpe. Una militancia dispersa que se corresponde con los momentos políticos a nivel nacional, como te decía antes. Si venís más adelante, puedo comentar la aparición del Peronismo Revolucionario con la vuelta de la democracia, un poco antes, que no fue muy numerosa pero que sí se hacía sentir a la hora de participar políticamente. Pero en el período que estudiamos, podemos hablar de militantes librados a su suerte (luego del golpe), esperando directivas o contactos que nunca llegarían. Algo realmente muy triste para quien haya tenido que vivirlo.
- ¿Pensás continuar la investigación?
- La investigación está abierta a nuevas inquietudes o a nuevos aportes. En la medida en que haya material que pueda servir para enriquecer, contradecir, corregir o desdecir lo ya dicho, bienvenido sea. La Historia es movimiento y siempre hay tiempo para darle un sentido nuevo a lo ya escrito; y si ello implica superar lo hecho, tanto mejor. Por ahora, quiero investigar ciertos aspectos que, gracias a la crítica de mucha gente, pude notar, como por ejemplo, el movimiento sindical en la época. Si se puede hacer otro libro o agregarlo en una edición ampliada, lo dirán los resultados.
- ¿Pudiste presentar el libro? ¿Tenés pensada alguna nueva presentación? ¿Dónde se consigue?
- Si, lo presentamos el 27 de marzo pasado en el Salón Le Park, del SEOCA, gracias a la gentileza de Víctor Hugo Pintos, el tesorero del sindicato, quien nos cedió el espacio desinteresadamente. Desgraciadamente, ese día fue muy conflictivo ya que nos encontramos en medio del lock out del campo y había un acto de la presidenta en Parque Norte; la fecha llevaba un mes de programación y no se pudo suspender, así que la concurrencia no fue la esperada. Esperamos presentarlo nuevamente, aunque aún no hay nada programado. Por ahora, el libro se consigue en muchas librerías de Morón, Haedo, Ramos, San Justo, Castelar, así como en los puestos de diarios y revistas, especialmente en los andenes de las estaciones.


(Por Ricardo Terzoli)

1 comentario :

Ariel Corbat dijo...

Cuando al paso de los años se ve que algunos de aquellos imberbes dejaron crecer las barbas queriendo demostrar que no son estúpidos, la otrora temible organización Montoneros mueve a risa. La fórmula tragedia más tiempo igual a humor funciona implacablemente con cualquier actor social, y los montoneros no son la excepción; ni como organización, ni puesta la lupa en las historias personales de cada uno. Desde la confusión ideológica, “una mezcla de Clausewitz y Mao Tse Tung mal digerida” en palabras de Horacio Verbitsky, hasta aquello de ser la primera organización guerrillera que perdió las tropas y las armas antes que el dinero, según criticaba el Loco Galimba, pasando por pastillas de cianuro como la que engulló Paco Urondo (acaso decepcionado porque tomó las armas pero nunca encontró esa palabra), el desastre de lo que llamaron la “contraofensiva” (¡la contraofensiva!), la moralina guevarista, el sketch de los patéticos “cinco minutos de vestuario”, las condenas a muerte a montoneros desertores como Juan Gelman, y el iluminismo mesiánico de sus jefes, toda la historia montonera se torna ridícula resultando una sucesión de bloopers y gags muy APTA –con mayúsculas– para plasmarse en parodia cinematográfica. Aunque dudo que el INCAA, de momento, vaya a liberar subsidios para semejante proyecto. Ya llegará.