jueves, 20 de diciembre de 2007

Entrevista a Iván Noble

“Para mí el oeste es un lugar místico”

El ex cantante de recuerda sus épocas de ‘deambulador nocturno’ por las calles de Castelar. Dice que no fue él quien disolvió al grupo de rock más exitoso que dio el oeste. Hoy está afianzando su carrera solista. Realizó sus estudios secundarios en el Dorrego de Morón y asegura que “es muy difícil” volver a juntar a Los Caballeros.


“Qué impresionante que no haya quedado ningún cine de los de Morón o que no haya una sala de 400 personas para tocar”, es lo primero que comenta Iván Noble cuando se le pregunta por el barrio de su juventud y asegura que “tenía ganas de tocar en el oeste porque no lo hago desde hace mucho. La última vez que toqué fue en la Plaza de Morón cuando me dieron el ‘Gallito de Oro’”.

Los Caballeros de la Quema se formaron a fines de los 80. Fue un grupo que recorrió los bares del oeste en sus primeros años. Iván Noble estudió en el colegio Manuel Dorrego de Morón durante toda la secundaria y cuenta que al intendente Martín Sabbatella lo conocía desde esa época. “Fuimos al mismo colegio. Él es más chico que yo y ya era una persona con vocación política”, recuerda. “A mí lo único que me importaba era levantarme a las chicas que empezaban a tener hermosas tetas mientras que a él sólo le importaba ir a juntar café a Nicaragua, él tenía una vocación política más marcada pero cuando hablás con Martín te das cuenta que es un tipo que no ha sido corrompido”.

- ¿Cómo fue arrancar en tu barrio con una banda de rock?

- Es la vieja y entrañable historia de amigos que se juntan a tocar porque se les da la gana porque no tienen nada mejor que hacer y porque tienen algo para hacer el fin de semana. El germen de Los Caballeros de la Quema nació a dos cuadras de la estación de Morón, en la calle Alem. Era todo como un sueño. Estaban Martín Méndez en Guitarra y “Cachi”, que nos conocíamos del Dorrego. Habíamos tenido algunas bandas de rock que nunca llegaban a nada pero eran divertidas. Yo en un principio fui baterista. Alquilamos una casa vieja que fue el centro de operaciones. Teníamos el sueño de vivir de eso. Al principio no teníamos un nombre y sin cantante, por eso terminé cantando yo después de probar varios cantantes. Pasó tanta gente que ni me voy a poner a recordar quiénes eran. Creo que debutamos en abril del 90 en American Bar de Ramos Mejía.

- ¿Cómo recordás esos primeros años de Los Caballeros?

- En el oeste había una movida fuerte de pequeños pubs dedicados a la música como City Pop de Ramos, Runas de Haedo o el Sindicato del Cuero de Morón. Los primeros tres años de Los Caballeros fueron muy under, grabamos un disco independiente y salíamos a pegar carteles nosotros. En el 93 hicimos el primer contrato discográfico con BMG y se hizo más fácil dar vueltas por Capital y por el interior del país. Así salió ‘Primavera Negra’.

- ¿Cuándo arranca ‘Manos Vacías’ el equipo estaba ya armado?

- Sí. Pero todavía era una época de aprendizaje, muy amateur. La cosa se profesionalizó varios años después. Nosotros empezamos a vivir de la música a partir de ‘Perros Perros y Perros’ y después salió ‘La Paciencia de la Araña’ que es un CD que explota. Antes de ‘Avanti Morocha’ ya la banda estaba consolidada y nos seguía mucha gente, tocamos en Parque Sarmiento para cinco mil personas. Ahora hay muchas bandas que tocan en Obras y llenan, pero antes eso no pasaba, no había tantas bandas que pudieran llenar Obras, hoy tocan muchos grupos ahí, se perdió un poco la mística. El balance general es bastante bueno. Las bandas cuando crecen mucho se hace muy complicado sostener todo.

- Las bandas de antes eran más artesanales, tenían más laburo de grupo. Hoy hay muchas agencias que manejan a los grupos de rock.

- Todas las épocas tienen sus signos. Esta época es de muchas inmediatez. Hoy un pibe se sienta en su habitación con su banda, filman el ensayo y lo cuelgan en Internet a las tres horas. La comunicación de lo que hacés llega más rápido. Hoy en día podés ser famoso en 15 minutos pero las cosas para que duren tienen que tener otros requisitos. Podés ser famoso en 15 minutos pero hay que ver si sos famoso dentro de 15 años.

- ¿Tenés alguna anécdota de aquella época?

- Recuerdo con mucho cariño esa época. Había muchos bares en Castelar que yo frecuentaba como Tarzán, La Cortada o Don Carlos, que era atendido por José, de ahí sale una canción de Los Caballeros. Para mí el oeste es un lugar místico. Mis viejos viven ahí y sigo yendo muy seguido. Como dice una canción de Sabina: “en el lugar que uno ha sido feliz uno no debería volver todo el tiempo, por las dudas”, a veces la nostalgia es traicionera. Todavía conservo todos los amigos del barrio. A riesgo de sonar un poco demagogo te diría que los amigos del alma siguen siendo los de antes. Mis amigos de verdad son los que conservo desde los 6 ó 7 años y que con muchos de ellos fui al Dorrego. Por supuesto que entre colegas también hay amigos pero no son tipos que van a ir a comer a lo de mis viejos. Con el barrio hay amistades más grandes. Con ellos tuve las primeras borracheras espantosas con damajuanas en la Plaza de los Españoles que fue donde tuve mi primera experiencia sexual en la época que se podía coger al aire libre (risas) en los banquitos de la Plaza.

- Hay un grupo de fans que dicen que tenés la culpa de separar a y otros que dicen que vos tenías que seguir como solista. ¿Cómo se convive con eso?

Ya no convivo más con eso. En principio no tengo la misma mirada a los 40 que a los 15 sobre cómo tratar a los fans. Cuando empecé con la banda pensaba que tenía que tener devoción por ellos para que ellos tengan devoción por nosotros, eso es un pacto un poco siniestro y peligroso. Por definición el fanático es un tipo que va a estar en problemas a la larga con la cosa de la cual es fanático porque en algún momento se va a decepcionar. Esa admiración entre objeto admirado y admirador tiene patas cortas. Es más sano una relación de cariño con la obra. El fanatismo lo tienen los pibes a los cuales es difícil explicarles un código de cuarentón. Hoy no me cruzaría la ciudad para ver a nadie a las tres de la mañana. Te siguen personas que se olvidan lo que dejó uno, que son las canciones. Cuando salí de Caballeros sabía la que se me venía. Ahora ya pasó, quizás porque la gente que me viene a ver no es de raíz roquera de 17 años. No vienen a verme pibes que hacen remeras con tu cara. Yo no disolví la banda. Pensá en Los Pericos o en Árbol, se fue el cantante y no se disolvieron. Lo que pasa es que la banda también estaba herida. No seguimos porque todos estábamos muy cascoteados.

- ¿Hubo egos en la separación?

- Hubo de todo; egos, guita, intereses divergentes, divisiones musicales distintas. Como en cualquier grupo humano había mezquindades y convicciones que no se llevaban bien con los otros. Lo más visible de la separación de es lo mío pero si miran lo que están haciendo los otros integrantes, es muy distinto de lo que hacíamos. En la banda había un cóctel que a veces funcionaba y estaba muy bueno. Éramos muchos. Me veo seguido con Pablo Guerra (participó en su último CD) y con Martín Méndez pero con los demás casi no nos vemos.

- ¿Se puede soñar con una vuelta de dentro de un tiempo?

Dentro de una semana no, dentro de un año o dos tampoco… dentro de cinco años nadie sabe lo qué puede pasar.

- ¿Cuando se encuentran hablan del regreso?

- No. Jamás lo hablamos. Ni siquiera nos reunimos con los otros integrantes para hacer un asado. La última vez que estuvimos juntos fue el día de la separación. No creo que pudiésemos llevar a cabo una vuelta en estos momentos.

- ¿Por qué?

Sería imposible armar una lista de temas, por ejemplo. No digo que es imposible pero nos costaría mucho llegar. Lo que lamento mucho de Los Caballeros es que no haya registro visual. No tengo mucha nostalgia de esos tiempos. No tengo CD, ni demos, ni nada.

- ¿Qué temas de te pide el público?

En los recitales me piden: Hasta estallar, Sapo de otro pozo, Otro jueves cobarde, Fulanos de nadie, Oxidados.

- Este mes se cumplen 20 años de la Muerte de Luca Prodan. ¿Qué te dejó su música?

- Vi a Sumo en el Dorrego en la última época, un viernes a la noche. Sumo fue una influencia muy grande para Los Caballeros. Era una referencia porque ellos tocaban distintos estilos y nosotros queríamos eso. Pero a los 40 me cuesta más acercarme a los mitos. Todas las bandas que nacimos en los 90 le debemos mucho a Sumo y a Los Redondos.

- Ustedes nacieron en una época de muchos conflictos como los últimos días del gobierno de Alfonsín, toda la etapa menemista y luego se separaron en la crisis del 2001 y la caída de Fernando de la Rúa.

- Exacto. Sin embargo la música popular creció mucho en esa época y muchas bandas se hicieron grandes. Los momentos oscuros para los países hacen que haya bolsones de resistencia, la mirada optimista es esa: cuando todo se cae a pedazos hay cierta resistencia cultural que termina aflorando. Y la pesimista es que a la distancia como el país se venía abajo, también el país se derrumbó con lo que hacía.

Perfil de Iván Noble

Música: Neill Young, Ben Harper, Los Beatles y música brasilera como Chico Buarque.

Libros: Me gustan Roberto Bolaños, Octavio Paz y John Fante (está leyendo, ‘Espera a la primavera’.

Hobbies: Jugar al fútbol con amigos e ir a la plaza con mi hijo.

Hincha de Boca

(Por Ricardo Terzoli)

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