viernes, 18 de abril de 2008

El campo de las heridas abiertas

La pelea del gobierno nacional con el campo revivió viejas heridas. Peronistas y antiperonistas volvieron a ocupar la opinión pública. Algunos, desempolvaron las viejas alpargatas que tenían guardadas. Otros, las cambiaron por libros. Y la mayoría fue coherente con su propia historia.

La pelea del gobierno nacional con los referentes del campo removió todo el avispero político. El gobierno nacional tardó en reaccionar y cuando se dio cuenta que algo debía hacer, no tuvo otra alternativa que mandar a “los muchachos” a correr a los caceroleros, por temor a que se generalice la protesta de la clase media. La lógica K ya había perdido una de las batalles centrales, le había regalado a la Sociedad Rural la simpatía de la clase media. Y en el medio del tsunami decidió apretar el acelerador: Ya no tenía otra posibilidad que revivir la vieja división entre peronistas y antiperonistas, entre libros y alpargatas, entre pobres y ricos.
Los jóvenes de los movimientos sociales volvieron a corear las viejas consignas de “patria sí/colonia no”, “llora y llora la puta oligarquía, porque se vienen los soldados de Cristina”. Los sindicatos de la CGT se ubicaron rápidamente del lado del gobierno. Y los históricos peronistas de derecha apoyaron al campo, aún los aliados al matrimonio K, como Carlos Reuteman y el gobernador cordobés Carlos Schiaretti, al igual que muchos intendentes peronistas del interior bonaerense y del conurbano. “Nosotros tenemos que ir a la plaza, pero festejar la salida de las cacerolas porque si no el gobierno nos llevaba puesto a todos”, fue lo que más se escuchó entre los intendentes de la primera sección electoral, con gran llegada a la Federación Argentina de Municipios (FAM) y cansados del maltrato al que los somete la hegemonía gubernamental. Los intendentes que primero lanzaron la candidatura de Néstor Kirchner como presidente del partido, fueron los que más festejaron, en silencio, la protesta campestre. En cambio los movimientos sociales y ex grupos piqueteros que más dudaron de ese recostarse en el viejo PJ, fueron los más entusiastas defensores de la política oficial. Claro está que Kirchner va a armar con los intendentes y no con sus románticos movimientos sociales. Después de todo, de eso se trata la política real.

LA IZQUIERDA COHERENTE

Salvo el Partido Comunista, que recibió órdenes de Cuba y Venezuela, y un intento del intendente de Morón, Martín Sabbatella, por no quedar del lado de la oligarquía, el resto de los sectores de izquierda fueron coherentes con su historia. El gobernador de Santa Fé, Hermes Binner, se ubicó donde siempre estuvo el socialismo argentino que es del lado de los poderosos. Si estuvieron del lado de La Libertadora, ¿por qué no habrían de estar del lado de los grandes productores? Siempre estuvieron ahí y Binner no hizo otra cosa que ser coherente con su propia historia. Lo mismo hicieron los radicales, algunos conservadores, otros progresistas, algunos fachos, algunos K. Todos opinaron lo que su formación intelectual les indicó qué opinar: Estar del lado de los cultos, del pueblo pensante, de los informados. Por eso no debería resultar raro que Margarita Stolbizer, Rodolfo Terragno, Elisa Carrió y Eduardo Angeloz coincidan, aunque con matices, en que el problema es que el gobierno no entiende a los productores. Los más progres atinaron a hacer una defensa de los pequeños productores para justificar así a la Sociedad Rural Argentina. Esto no es más que lo que hicieron siempre.
Y Luis Juez, un ex peronista que había podido demostrar que “los peronistas, como la gente” (tal la división que hacen los medios masivos de comunicación), tienen capacidad de evolucionar, no hizo más que hacer lo que le indicó el punto culmine de su capacidad intelectual: Estar del lado del pueblo pensante en contra de un gobierno que funciona a “patadas en el culo”. De paso le facturó la “traición” sufrida en la elección de su provincia.

SABBATELLA EN LA PLAZA

En medio de semejante río revuelto, Martín Sabbatella anunció su presencia en el acto donde Cristina Kirchner medía su fuerza. “Hay que tratar de darle otro corte a la política Argentina, tenemos que tratar de unir la tradición socialista, democristina, con la corriente más nacional y popular que representó el peronismo, pero cuándo lo que está en juego es la posibilidad de que el Estado intervenga en regular la economía para distribuir con justicia las riquezas, hay que estar claramente en un lugar”, argumentó el intendente de Morón, quién además atribuyó a “errores del gobierno” no haber segmentado las retenciones, diferenciando a los grandes de los chicos. Entre las tradiciones no peronistas, Sabbatella lo ubica a Binner, con quién anhela un frente común junto a sectores peronistas del Kirchnerismo. Pero una vez más “el diablo metió la cola” y recordó a todos que en el medio de la ruta que conduce al anhelo hay un cráter enorme que se llama realidad. Y que hoy, como en el pasado, para que no hayan pibes con hambre, algunos tienen que tener menos de lo que tienen y eso es puja distributiva. Algunos, siempre representaron a los que tienen más. Otros, a los que tienen menos. Lo complicado es que de este lado del planeta, los que siempre representan a los que menos tienen, desde hace algunas décadas se llevan a su casa gran parte de lo que les corresponde a sus representados. Y de esto también se trata el tercer mundo, por lo menos hasta que alguien demuestre lo contrario.


(Por Fernando Mateo)

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